Uruguay hizo historia en el fútbol mundial en los Juegos Olímpicos de París 1924 y Ámsterdam 1928. En ambos ganó medalla de oro, consolidándose como la primera gran potencia del fútbol internacional. Estos triunfos no solo representaron una hazaña deportiva, sino que también dejaron una marca indeleble en la identidad nacional de Uruguay.
Juegos Olímpicos de París 1924
El camino comenzó en París en 1924, donde Uruguay llegó con un equipo de jugadores en su mayoría amateurs. Muchos de ellos eran empleados y trabajadores que habían costeado su propio viaje. Sin embargo, desde el primer partido, los uruguayos demostraron una calidad de juego que sorprendió a los europeos. Su debut fue el 26 de mayo contra Yugoslavia, a quienes vencieron con un contundente 7-0. Esta goleada inicial captó la atención de todos,. El juego rápido y preciso del equipo sudamericano, con sus característicos toques cortos y diagonales, se convirtió en un espectáculo fascinante.
En la segunda ronda, Uruguay se enfrentó a Estados Unidos y ganó 3-0. Nuevamente mostró una superioridad técnica y táctica. Uno de los héroes de ese partido fue José Leandro Andrade, conocido como “La Maravilla Negra”. Además de su talento en la cancha, él un personaje carismático y querido en París, especialmente por su estilo de juego y su habilidad para conquistar a los aficionados. Andrade se convirtió en la primera gran estrella afroamericana del fútbol y una inspiración para futuras generaciones.
Ya en cuartos de final, Uruguay superó a Francia con un marcador de 5-1. Esto, ante la sorpresa y admiración del público local, que terminó aplaudiendo de pie al equipo uruguayo. En semifinales, derrotaron a los Países Bajos 2-1, asegurándose un lugar en la final contra Suiza. En el partido final, jugado el 9 de junio, Uruguay venció a Suiza 3-0, coronándose campeones olímpicos y deslumbrando al mundo entero. Este logro marcó el inicio de la era dorada del fútbol uruguayo dejando una huella imborrable en París, donde aún se recuerda al equipo sudamericano.
Juegos Olímpicos de Ámsterdam 1928
Cuatro años después, en Ámsterdam, Uruguay defendió su título en otro torneo inolvidable. El camino no fue sencillo, pero el equipo demostró que la gloria alcanzada en París no fue casualidad. En su primer partido, Uruguay venció a los Países Bajos 2-0, con una actuación destacada de Héctor Scarone, uno de los jugadores más talentosos de su generación. En semifinales, enfrentaron a Alemania, ganando 4-1 en un partido en el que Pedro Petrone y Héctor Castro, conocido como “El Divino Manco” por su habilidad a pesar de la falta de una mano, fueron las figuras sobresalientes.
La final fue un duelo rioplatense contra Argentina, rival histórico de Uruguay. En el primer partido, el 10 de junio, ambos equipos empataron 1-1. Fue un un choque lleno de tensión y emoción. La popularidad del partido llevó a que miles de personas en Montevideo y Buenos Aires siguieran los detalles a través de la radio, vibrando con cada jugada. Para definir al campeón, se programó un partido de desempate el 13 de junio, donde Uruguay venció 2-1 en una épica demostración de coraje y habilidad. Con este triunfo, Uruguay se convirtió en bicampeón olímpico y consolidó su lugar en la historia del fútbol.
El impacto de estos triunfos fue enorme en Uruguay, un país pequeño que a través de su destreza futbolística logró hacerse un lugar entre las naciones más destacadas del deporte. Estas victorias en los Juegos Olímpicos de 1924 y 1928 sentaron las bases para la histórica conquista de la Copa Mundial de 1930 en Montevideo, donde el equipo uruguayo alzó la copa nuevamente, esta vez en su tierra natal y ante su gente.